Al igual que sucede con el pelo, el verano también puede provocar ciertos ‘estragos’ sobre nuestra piel. Los baños de sol, la sal del mar, los productos químicos de cremas y piscinas… e incluso el cambio de hábitos y de alimentación. Todo ello puede afectar a la piel, dando lugar a la aparición de manchas, sequedad, zonas ásperas, etc. Por ello, continuando con esta serie de post sobre la puesta a punto tras las vacaciones, hoy os traemos una serie de sobre cómo recuperar el buen estado de la piel.
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Antes de nada, una buena valoración de la piel
Como sucede siempre en cuestiones de salud, los efectos del verano sobre la piel pueden variar enormemente de una persona a otra. Mientras que a algunos prácticamente no les afectará, otros sufrirán la aparición de manchas (que pueden ser de distintos colores) y a otros tantos únicamente tendrán la piel más seca de lo normal.
Teniendo en cuenta estas posibles diferencias, lo más recomendable es llevar a cabo una observación a conciencia de nuestro cuerpo tras el retorno vacacional. Si observamos algún síntoma más allá de la sequedad, como zonas con descamación, dermatitis o manchas, deberemos acudir a un dermatólogo para un diagnóstico y tratamiento especializados.
Cómo recuperar el buen estado de la piel
Si nos encontramos dentro del grupo de los efectos moderados, podremos abordar el problema en casa sin necesidad de recurrir a un tratamiento intensivo. La clave esencial para revitalizar la piel pasa por la combinación de exfoliación e hidratación profunda. Veamos cada una de ellas:
Un peeling para eliminar las células muertas
De media, cada 21 días se produce una renovación de la capa más externa de la dermis: las células muertas se caen y son sustituidas por otras nuevas. En verano, con la agresión de agentes externos como el sol o el cloro, este proceso se puede ver alterado, acelerándose y acumulándose un mayor número de restos de piel muerta. Por lo tanto, en septiembre se vuelve más aconsejable que nunca recurrir a una buena exfoliación casera que permita eliminar estas células y ayudar a la piel a transpirar y estar más suave y lisa.
¿Y cómo lo hacemos? Es muy sencillo, existen multitud de productos de peeling adecuados para los distintos tipos de piel. Simplemente, debemos elegir el que más nos convenga y aplicarlo una o dos veces a la semana durante la ducha. Para ello, debemos frotar enérgicamente la piel de todo el cuerpo, prestando especial atención a las zonas más ásperas, como pueden ser los codos.
Una hidratación profunda para restaurar la piel
Una vez eliminadas las células muertas y demás residuos de la dermis, el siguiente paso es devolver a la piel un adecuado nivel de hidratación que la mantenga suave, tersa y saludable. Al igual que en el caso anterior, tenemos a nuestra disposición un sinfín de productos hidratantes (con componentes como ácido hialurónico, ácido ferúlico, retinol, resveratrol, vitamina C, etc.), cada uno dirigido a un tipo de piel y uso específicos. Nuevamente, tendremos que escoger el que mejor se adapte a nuestras necesidades y emplearlo a diario hasta que nuestra piel recupere la vitalidad perdida.
Los buenos hábitos, el mejor cuidado a largo plazo
Desplegar una mayor dedicación a la exfoliación e hidratación de la piel a la vuelta del verano es beneficioso y necesario. Sin embargo, en el largo plazo lo más importante no son los esfuerzos puntuales, sino establecer y mantener unos hábitos y rutinas saludables de cuidado personal, alimentación, ejercicio y descanso. Nuestra piel es un fiel reflejo de nuestro estado de salud, tanto física como mental.
Darle un extra de hidratación cuando lo necesite es una buena práctica, pero lo es mucho más tener una alimentación variada y equilibrada que le otorgue todos los nutrientes necesarios a diario. Así como beber la suficiente agua para favorecer la hidratación interna natural y la eliminación de residuos y toxinas. Lo mismo podemos decir del adecuado descanso o del efecto beneficioso del ejercicio sobre la tersura y firmeza de la piel. El cuerpo humano es un todo sinérgico que debemos cuidar como tal.