Unas cejas poco pobladas pueden restar mucha expresividad al rostro. Por suerte, la técnica de trasplante capilar ha progresado tanto que ya es posible realizar injertos en las cejas para devolverles su espesor natural. La revista Telva expone en un reportaje todos los detalles sobre esta intervención con la colaboración, entre otros especialistas, de la doctora María del Naranjo, de la Unidad Médica de MAN Medical Institute .
«Las cejas despobladas, fenómeno conocido como madarosis superciliar, puede producirse por una dermatitis, una quemadura, un estado patológico nervioso o una alopecia areata», explica la doctora. El injerto de cejas es semejante al que se realiza en la cabeza, pues consiste en «sacar unidades foliculares de la zona occipital de la cabeza, que es la única libre del gen de la alopecia, e implantarlas manteniendo el dibujo natural en la zona receptora, la de las cejas».
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La principal diferencia es que se escogen las unidades foliculares más parecidas al pelo de las cejas. En este sentido, María del Naranjo pone sobre aviso del peligro de «no respetar la distribución ondulada de las cejas, porque el resultado puede ser desastroso: muy poco natural, ya que las líneas pueden aparecer delante del pelo, completamente rectas e incluso dar lugar a asimetrías».
Si se realiza de la forma correcta, el injerto de cejas «es la solución definitiva a la pérdida de densidad en las cejas, y además, ofrece un resultado más natural», asegura la doctora María del Naranjo, de Man Medical Institute.