Levantarse de la cama y ponerse a correr con el estómago vacío puede sonar poco atractivo de primeras. E, incluso de segundas, puede que también. Sin embargo, hacer ejercicio en ayunas es una práctica bastante habitual y extendida. La principal razón esgrimida por los defensores de esta práctica es que, si entrenas sin haber comido nada, el cuerpo se ve obligado a recurrir a las reservas para obtener energía y, por tanto, contribuye a adelgazar. Pero, ¿es esto correcto? ¿Sirve el cardio en ayunas para quemar más calorías? ¿O en realidad estamos escatimando combustible a nuestro cuerpo para rendir correctamente? Vamos a verlo.
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Los orígenes del cardio en ayunas
Debemos remontarnos a 1999, justo antes del cambio de milenio, para hallar el inicio de la fama de esta práctica. Dicho año, el culturista estadounidense Bill Phillips publicó un libro titulado ‘Body For Life’ en el que glosaba los mayores beneficios de realizar sesiones de ejercicio de 20 minutos en ayunas frente a rutinas de entrenamiento más largas tras el desayuno. Con el paso de los años, muchos entrenadores, famosos e influencers han ido sumando fieles adeptos a esta corriente, convencidos de su capacidad para maximizar la combustión de calorías.
¿Permite realmente el ejercicio en ayunas adelgazar?
Diversos estudios han confirmado que realizar ejercicio de cardio con el estómago vacío multiplica la pérdida de grasa. La razón es sencilla, al estar en ayunas, los niveles de azúcar en sangre del organismo son más bajos, por lo que el cuerpo deberá recurrir más a las reservas de grasa para obtener la energía demandada. Ahora bien, ¿esta pérdida de grasa se traduce directamente en una bajada de peso?
Aquí la respuesta no es tan sencilla. Hacer deporte en ayunas aumenta la pérdida de grasa, sí, pero esto no tiene porqué implicar una pérdida de peso o una mayor quema de calorías. Si lo convertimos en una práctica habitual, también corremos el riesgo de que el organismo recurra a las reservas de proteínas. Es decir, que nuestra capacidad para generar masa muscular se verá disminuida. Y ya sabemos que el músculo es imprescindible para mantener la forma física y para quemar calorías, ya que su demanda energética es mayor que la del resto de tejidos.
¿Qué desventajas presenta el deporte en ayunas?
Hemos visto ya que esta práctica puede ayudarnos a quemar grasa, aunque esto no signifique directamente adelgazar. Pero hacer ejercicio sin haber comido nada en varias horas también puede tener sus efectos negativos inmediatos. Fundamentalmente, que nos sintamos débiles y sin fuerzas durante el entrenamiento, siendo incapaces de completar las sesiones e, incluso, experimentando mareos y fatiga. No son consecuencias graves por las que debamos preocuparnos, pero sí conviene tenerlas en cuenta a la hora de adoptar esta costumbre. Si nuestro cuerpo no es capaz de rendir al nivel necesario estando en ayunas, lo más seguro es que no se trate de una práctica adecuada para nosotros.
Entonces, ¿sirve para algo el ejercicio en ayunas?
Como casi siempre, la respuesta a esta pregunta es relativa. Llevar a cabo sesiones de entrenamiento en ayunas de forma puntual puede ayudarnos a potenciar la quema de grasa. Sin embargo, a largo plazo corremos el riesgo de que el organismo se acostumbre y deje de quemar grasa de forma tan eficiente. Pudiendo además, como señalábamos anteriormente, afectar también a la combustión de las proteínas y a nuestro rendimiento.
Por lo tanto, ¿cuál es la mejor opción? Lo ideal es reservar el ejercicio en ayunas o con un desayuno muy ligero para los días que se practique cardio moderado. Nunca musculación, ya que para generar masa muscular es imprescindible el aporte energético y proteínico. De esta forma, podemos combinar distintos tipos de entrenamiento y de alimentación, adaptándonos a las combinaciones más adecuadas para potenciar el ejercicio.
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CAROLINA
